“Michelle Obama recientemente presentó un reto a los desarrolladores de videojuegos, pidiéndoles que crearan nuevos juegos que ayudaran a educar los niños sobre salud y ejercicios” – www.politicsdaily.com
Usualmente la prensa y personas que nunca han jugado tienden a hacer estos comentarios, que aunque no son negativos, tampoco aportan a la realidad de los videojuegos.
Hace mucho tiempo, ya los juegos eran bastante educativos de por sí. ¿Acaso no recordamos que para la década de los 90 la mayoría de los juegos de PC eran RTS basados en datos históricos? Por mencionar algunas de estas compañías y sus juegos, SSI (Strategic Simulations inc), Balance of Power; Black Gold, Baron The Real Estate Simulator; Darwin Pond, Conflict: Middle East Political Simulator; Sim City Games, Free Enterprise; Total War Franchise, Marco Polo; MS Space Sim, MS Flight Sims, IL-2 Sturmvick, Populous, Rome Pathway to Power, Allied General, Axis & Allies, Puerto Rico, Combat Mission Beyond Overlord….podría llenar páginas de juegos, decenas de páginas que la mayoría de los gamers no conocen y mucho menos los congresistas y políticos del montón.
La naturaleza de los videojuegos es ser educativos, aunque no sea la intención del programador. La franquicia de Call Of Duty, unos de los juegos más vendidos y el cual se ha considerado un juego no apto para menores, tiene un valor educativo en cuanto la escenografía histórica de la época y el momento que representa. La representación de las batallas en Tunisia, la Operacion Market Garden, el asedio de Stalingrado y el desembarco de los Americanos en las playas de Normandia son ejemplos clásicos de como un juego “violento” puede aportar a la enseñanza de un menor. Ningún libro podría mostrar el gran valor y sacrificio que hicieron estos hombres en el momento más importante de la humanidad. Ningún libro te coloca en la línea de batalla. Ningún libro hace que tu corazón pulse cuando las explosiones nieblan tu visión y ves a tus camaradas morir a tu lado. Esta experiencia interactiva es única y sólo te la provee un videojuego. Lo único que necesitas es un guía, un maestro que te explique con detalles estos momentos.
Resulta interesante que la materia que más se lucraría de la industria de videojuegos sería la materia de Historia o Estudios Sociales. No hay libro que pueda mostrar con tanto detalle, la forma de vida en el pasado. Por ejemplo, ¿alguna vez te quedaste atónito cuando llegaste a Jerusalén y subiste a un punto de observación en Assasin’s Creed? ¿No crees que esta representación gráfica de ese momento histórico debería ser enseñada en las escuelas?
Si analizamos la calidad de producción y la gran precisión arquitectónica, la escenografía, la geografía, la uniformología, las gráficas minuciosamente creadas a la par con la época, la ciencia física (en términos de gravedad virtual etc...) en la cual se hace trabajo de investigación para un juego, deberíamos concluir que la experiencia visual acompañada de narrativa multimedia, resultaría más impactante y amena en un salón de clase.
Y ¿qué tal los juegos como Rock Band? ¿Acaso con un poco más de ingenuidad, sólo un poco, hubiésemos reemplazado el gameplay por lecciones reales de como aprender a tocar un instrumento? Seguro que sabemos todas las ventanas mentales que abre el aprender un instrumento en un niño. Solo faltó ese pequeño empujón de hacerlo real en vez de un juego.
En actividad física, no dejo de pensar en Dance Dance Revolution. Ningún juego es más divertido para hacerte sudar un rato.
Si los maestros fuesen más creativos, utilizarían programas como Sim City para adiestrar a sus estudiantes en el manejo de una ciudad, haciéndoles entender lo complejo y costoso que resulta el manejo apropiado de fondos públicos. Los juegos están YA!! Lo que hay que hacer es usarlos.
En conclusión, no creo que los juegos haya que hacerlos educativos, sino que ya son educativos de diferentes maneras. Siempre van a surgir excusas para no usar los videojuegos existentes como herramientas educativas. A ver quiénes serán los valientes que rompan las normas antiguas é inadecuadas. ¿Te atreves?
Ane e Inma
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